El dolor sigue siendo la llave que abre la puerta para que la enseñanza que trae la experiencia que lo provoca quede impregnada, en nuestro Ser.
Con el dolor “ despertamos” de largos letargos de creencias que ya expiraron .
El dolor nos anima a “ ver” que hay dentro de nosotros , nos permite explorar cuáles son nuestros sentimientos hacia nosotros mismos, cómo es nuestro propio trato y de que forma es nuestro diálogo interno.
El dolor tiene varias facetas que dependen de la fuente que lo genera, sin embargo lo que tienen en común es que todas sus aristas nos llevan a indagar cómo es nuestro “ estado interno”.
Quedar atrapado en el dolor, cual insecto en la tela de araña , irremediablemente nos llevará ante las puertas del sufrimiento, y el sufrimiento se torna adictivo, nos debilita y nos quita toda posibilidad de evolucionar.
El sufrimiento se transforma en un espiral hacia abajo donde nos despoja de todos los recursos que tenemos para transformarnos en seres resilientes.
El dolor es un maestro, el sufrimiento una adicción, con el “ maestro” aprendes… con la adicción no existes.