Los relojes de péndulo son joyas que le han puesto a los días y a las noches horas minutos y segundos.
El péndulo se mueve de derecha a izquierda y de izquierda a derecha.
Su movimiento es continuo y rítmico.
Con los años mi mente ha creado una analogía entre el péndulo y la vida.
Hay momentos que nos traen vivencias llenas de alegría, esperanza, confianza, entusiasmo, picardía, dulzura, ternura, solidaridad, empatía y tantas otras más, todas hijas del amor.
Sin embargo, hay otros tiempos en los que vivimos sumergidos en situaciones llenas de cobardía, angustia, ira, desconfianza, ansiedad, depresión, soledad, celos y tantas otras más, todas hijas del miedo.
Así es la vida, se va moviendo de un lado a otro.
Un día nos encontramos riéndonos y al pestañear estamos inmersos en la más oscura angustia.
El amor es la energía sublime que nos conecta a través de sus matices a la parte más luminosa y sabia que somos. Esta nos recuerda de lo que somos capaces de SER, cuando nos dejamos llevar por su fuerza a través de un sin fin de sentimientos y sensaciones al experimentar lo que llamamos “buenos momentos”
En el lado opuesto del péndulo está el miedo. Este es la parte que nos conecta con lo humano, lo finito.
El miedo nos recuerda a través de todas sus variantes, cuán lejos de nuestra esencia nos encontramos.
El dolor, todavía sigue siendo el camino para despertar todo el potencial que está en nosotros.
Los momentos difíciles están presentes para replantear, rediseñar,
Y atreverse a ir a nuestro interior.
En esa búsqueda encontramos en nosotros distintos potenciales que jamás habíamos sospechado que contábamos con ello
Y así…. es como de repente, el dolor se transformó en fortaleza y volvemos a conectarnos con nuestro SER, entrando nuevamente del otro lado del péndulo.
No te desesperes… recuerda que la vida tiene movimiento…
Hay momentos en los que gozamos y hay otros en los que aprendemos.
Cómo el péndulo, nos movemos de un lado hacia el otro.